Vuelo del Colibrí

Vuelo del Colibrí​

Tú, salta… que las alas te creceran en el camino!

Malasia es un país hermoso que dejó muchas huellas en mi corazón, la segunda ciudad que visité después de Kuala Lumpur fue Penang.   Dentro de las aplicaciones que aprendí a utilizar para viajar sola, Couchsurfing fue de gran utilidad, es una página de viajeros que ofrecen hospedaje y si tienes suerte son locales que pueden ayudarte a conocer la ciudad que visites.  Yo he tenido mucha suerte, una pareja compuesta por un hombre malasio y una mujer japonesa, me invitaron a su casa en Georgetown.

John & Kiyoko se conocieron en Japón hace 42 años, se casaron e hicieron su vida en Penang, ciudad de origen de John. En sus largos años de matrimonio no tuvieron hijos, y se dedicaron a viajar por el mundo, realmente son unas almas viajeras que tienen anécdotas de lugares muy insólitos y exóticos de todo el mundo.  Con mucho amor me recibieron en su casa, me dieron una habitación privada, y toda la libertad de sentirme como en mi propio hogar; compartimos días increíbles mientras todo el tiempo me llamaban “musume” que quiere decir hija en japonés.

Llegar a Penang es encontrarse con encantadores edificios históricos, templos ornamentados, playas de arena, extensos terrenos de arrozales y frondosas selvas, todo coronado con la bulliciosa vida de Georgetown, la capital del street food, y el street art (arte callejero) de Malasia, este es un lugar imperdible de visita de todo el Sudeste asiático. Todos los malayos la llaman orgullosos a esta ciudad, «la Perla de Oriente». Lo cierto es que es una región rica en cultura e historia, con una mezcla única de influencias malayas, chinas, indias y británicas.

Estrecho de Malaca - Vista desde mi habitación
Mercado de Flores - Georgetown Penang

Georgetown con mi Nueva Familia ...

 

Mientras iba conociendo a mi nueva familia, Kiyoko me decía que yo debí llamarme Kiyoko, y me decía porque ese nombre significa: mujer independiente, para ella la libertad no es una mera palabra. Es individualista y enemiga de cualquier obligación, a menudo se muestra indisciplinada, corre riesgos, sin pensar demasiado en las consecuencias de sus actos. Lo desconocido es muy atractivo… A menudo orgullosa y altanera, Kyoko a veces es desconcertante. Su comportamiento alterna regularmente entre excitación y abatimiento: no conoce las medias. Ella me definió de esa manera después de dos días de haberme conocido. 

 

 

Enamorada de Georgetown capital de Penang, fue fundada por el comerciante británico Francis Light en 1786, y se ha convertido en lo que es hoy: una ciudad multicultural en la que conviven de manera más tranquila de lo que yo podía imaginar malayos, indios y chinos en su mayoría. Paseando por sus calles es igual de fácil encontrar una mezquita que un templo hindú o uno chino. Con todo ese esplendor a nadie debería extrañarle que esta ciudad de Malasia fuese declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008.

Adoptada en Penang...

En cada esquina quería una foto, y John con su amabilidad y una sonrisa estaba dispuesto a ser mi fotógrafo por todo un largo día. Es indiscutible que hay gente tan buena, amable y amorosa en el mundo, nunca esperé tener la suerte de conocer este encantador lugar con tan bellas personas. John sabía todas las rutas para conocer de mejor manera los rincones más esplendorosos y fotogénicos de esta ciudad, cada arte en la pared tenía una historia, y él me contaba una a una con detalle. 

 

Fue sorpresa la mía cuando nos dirigimos a uno de los Templos más grandes de la ciudad, Khoo Kongsi, que significa literalmente «casa del clan Khoo», ilustra el funcionamiento de la comunidad de inmigrantes chinos. Las casas de clan acogían y ayudaban a todo aquel que recién llegaba y poseía idéntico apellido. La familia Khoo logró prosperar y la casa que edificaron en 1906 es una verdadera joya.  John empezó con la historia:  Kiyoko Khoon (su esposa) nació en Japón, pero su padre era de China, y cuando se casaron supieron que no podían tener hijos, su madre le pidió que vaya a ese templo a orar y pida por su fertilidad.  Ellos anhelaban con todo su corazón tener una niña. Los años pasaron y nunca pudo concebir. 

Cuando llegamos me dijeron los dos que ese templo, el cual hoy se convirtió en un famoso museo de gran afluencia para visitantes, tenía un gran significado espiritual y sentimental para ellos, si bien es cierto después de las plegarias de Kiyoko no pudieron tener la hija que anhelaban, pero ellos saben que esa falta de primogénitos les dio la unión matrimonial que hasta hoy perdura.  Al final de las plegarias de Kiyoko ella siempre decía: Os ofrendaré a mi amada hija como parte de la fe espiritual hacia los dioses del templo.  En ese momento entendí porque visitamos el especial lugar, y también porque ante los ojos de esa dulce mujer, mi nombre debió ser Kiyoko.